Segunda Aparición

Del NICAN MOPOHUA

PRIMER ENCUENTRO CON EL OBISPO:

40. Cuando llegó al interior de la ciudad, luego fue derecho al palacio del obispo, el cual muy recientemente había llegado, el Gobernante Sacerdote; su nombre era don fray Juan de Zumárraga, sacerdote de San Francisco. 41. Y en cuanto llegó, luego hace el intento de verlo, les suplica a los que le sirven, a sus criados, que vayan a decírselo. 42. Después de pasado largo rato vinieron a llamarlo, cuando mandó el señor obispo que entrara. 43. Y en cuanto entró, en seguida ante él se arrodilló, se postró, luego ya le descubre, le comunica el precioso aliento, la preciosa palabra de la Reina del Cielo, su mensaje, y también le dice todo lo que le había maravillado, lo que vio, lo que escuchó. 44.Pero el obispo habiendo escuchado todo su relato, su mensaje, como que no mucho lo tuvo por cierto. 45. El obispo le respondió, le dijo: “Hijo mío, otra vez vendrás, aún con calma te oiré, bien aún desde el principio miraré, consideraré la razón por la que has venido, lo que es tu voluntad, lo que es tu deseo.” 46. Salió; venía triste porque no se realizó de inmediato su encargo.

SEGUNDA APARICIÓN DE LA VIRGEN:

47. Luego se volvió, al terminar el día, luego de allá se vino derecho a la cumbre del cerrillo, 48. y llegó delante de Ella, la Reina del Cielo: allí cabalmente donde la primera vez se le apareció, allí lo estaba esperando. 49. Y en cuanto la vio, ante Ella se postró, se arrojó por tierra, le dijo: 50. “Patroncita, Señora, Reina mía, Hija mía la más pequeña, mi Muchachita, ya fui a donde me mandaste a cumplir tu venerable aliento, tu venerable palabra. Aunque difícilmente entré a donde es el lugar del Gobernante Sacerdote, lo vi, ante él expuse tu venerable aliento, tu venerable palabra, como tú me lo mandaste.51. Me recibió amablemente y con atención escuchó, pero, por lo que me respondió, como que su corazón no lo reconoció, no lo tuvo por cierto. 52. Me dijo: ‘Otra vez vendrás; aún con calma te escucharé, bien aún desde el principio veré por lo que has venido, lo que es tu deseo, lo que es tu voluntad.

53. Bien en ello miraré,” según me respondió; que piensa que tu venerable casa divina que quieres que aquí te hagan, tal vez yo nada más lo invento, o tal vez no viene de tus venerables labios. 54.Por esto, mucho te suplico, Señora mía, Reina mía, Muchachita mía, que a alguno de los estimados nobles, que sea conocido, respetado, honrado, le encargues que conduzca, que lleve tu venerable aliento, tu venerable palabra para que le crean.55. Porque en verdad yo soy un hombre del campo, soy la cuerda de los cargadores, en verdad soy parihuela, sólo soy cola, soy ala; yo mismo necesito ser conducido, llevado a cuestas, no es lugar de mi andar ni de mí detenerme allá adonde me envías, mi Muchachita, mi Hija la más pequeña, Señora, mi Niña. 56. Por favor, dispénsame, afligiré con pena tu rostro, tu corazón; iré a caer en tu enojo, en tu disgusto, Señora Dueña mía.”

57. Le respondió la Perfecta Virgen, digna de honra y veneración: 58. “Escucha, tú, el más pequeño de
mis hijos, ten por cierto que no son escasos mis servidores, mis mensajeros, a quien encargue que
lleven mi aliento, mi palabra, para que efectúen mi voluntad; 59. pero es necesario que tú,
personalmente, vayas, ruegues, que por tu intercesión se realice, se lleve a efecto mi querer, mi
voluntad. 60. Y mucho te ruego, hijo mío el menor, y con rigor te mando, que otra vez vayas mañana a
ver al obispo. 61. Y de mi parte hazle saber, hazle oír mi querer, mi voluntad, para que realice, edifique
mi casa sagrada que le pido. 62. Y bien, de nuevo dile de qué modo yo, personalmente, la siempre
Virgen Santa María, yo, que soy la Madre de Dios, te envío a ti como mi mensajero.” 63. Juan Diego,
por su parte, le respondió, le dijo: “Señora mía, Reina mía, Muchachita mía, que no angustie yo con
pena tu rostro, tu corazón; en verdad con todo gusto iré, a poner por obra tu venerable aliento, tu
venerable palabra; de ninguna manera lo dejaré de hacer, ni tengo por molesto el camino. 64. Iré ya, a
cumplir tu voluntad, pero tal vez no seré oído y, si fuere escuchado, quizá no seré creído. 65. Pero en
verdad, mañana en la tarde, cuando se meta el sol, vendré a devolver a tu venerable aliento, a tu
venerable palabra, lo que me responda el Gobernante Sacerdote. 66. Ya me despido de Ti
respetuosamente, Hija mía la más pequeña, mi Muchachita, Señora, Niña mía, descansa otro poquito”.
67. Y luego él se fue a reposar a su casa

SEGUNDO ENCUENTRO CON EL OBISPO:

68. Al día siguiente, Domingo, bien todavía en la nochecilla, todo aún estaba oscuro, de allá salió de su casa hacia acá derecho a Tlatelolco, vino a aprender las cosas divinas y a ser contado en lista; luego para ver al Gobernante Sacerdote. 69. Y a eso de las diez fue cuando ya estuvo preparado, así ya había oído Misa y fue contado en la lista, y toda la gente se había ido. 70. Pero él, Juan Diego, luego fue al palacio, la casa del señor Obispo. 71. Y en cuanto llegó, puso todo su empeño para verlo y, con mucha dificultad, otra vez lo vio. 72. A sus pies se arrodilló, lloró, se puso triste al hablarle, al descubrirle el venerable aliento, la venerable palabra, de la Reina del Cielo. 73. Que ojalá fuera creída la embajada, la voluntad de la Perfecta Virgen, de hacerle, de erigirle, su casita sagrada, en donde Ella lo había dicho, en donde Ella la quería. 74. Mas el gobernante Obispo muchísimas cosas le preguntó, le investigó, para poder cerciorarse, dónde la había visto, cómo era Ella. Todo, absolutamente, se lo refirió al Señor Obispo. 75. Y aunque todo, absolutamente, se lo declaró y todo lo que vio, lo que admiró, que aparecía con toda claridad que Ella era la Perfecta Virgen, la Amable, Maravillosa Madre de Nuestro Salvador, Nuestro Señor Jesucristo; 76. sin embargo, no luego se cumplió su deseo. 77.Dijo el Obispo que no sólo por su palabra, su petición se haría, se realizaría lo que él pedía, 78. que era muy necesaria alguna señal para que bien pudiera ser creído cómo a él lo enviaba como mensajero la Reina del Cielo en persona. 79. Tan pronto como lo escuchó Juan Diego, le dijo al Obispo: 80. “Señor Gobernante, considera cuál será la señal que pides, porque luego iré a pedírsela a la Reina del Cielo que me envió.” 81. Y como vio el Obispo que él ratificaba, que en nada vacilaba ni dudaba, luego lo hizo irse. 82. Y en cuanto se va, en seguida el Obispo manda a algunos de los de su casa, en los que tenía absoluta confianza, que lo vayan a seguir, que bien lo observaran a dónde iba, a quién veía, con quién hablaba. 83. Y así se hizo. Y Juan Diego se fue derecho, siguió la calzada. 84. Pero los que lo seguían, donde se abre la barranca, cerca del Tepeyac, en el puente de madera, lo vinieron a perder. Y aunque por todas partes buscaron, en ninguna parte lo vieron. 85. Y así se volvieron, no sólo porque con ello se fastidiaron grandemente, sino también porque él los disgustó, los hizo enojar. 86. Así le fueron a contar al Señor Obispo, le metieron en la cabeza que no le creyera, le dijeron cómo nomás le contaba mentiras, que sólo inventaba lo que venía a decirle, o que sólo soñaba o imaginaba lo que le decía, lo que le pedía. 87. Y bien así lo determinaron que si otra vez venía, regresaba, allí lo agarrarían, y fuertemente lo castigarían, para que ya no volviera a decir mentiras ni a alborotar a la gente.

Elementos significativos de la segunda aparición

“Hija mía la más pequeña”: Llama la atención que Juan Diego denomine de esta forma a la Virgen sabiendo que es la Madre de Dios, pero no olvidemos que él es un señor de 57 años y la Virgen María, embarazada de Jesús, es apenas una muchachita de 15 ó 16 años, según la tradición cristiana. La palabra en náhuatl que usa Juan Diego para expresarse así es Noxocoyohué, y es un concepto lleno de amor y respeto, propio de los indígenas, que incluso aún se conserva al denominar, no sólo a la hija, sino a toda mujer amada Hijita, Mi hijita.

“Soy un hombre del campo, soy la cuerda de los cargadores, en verdad soy parihuela”: estas palabras autodenigratorias, no eran signo de minusvalía o acomplejamiento, sino expresiones de rigor en la etiqueta india al recibir una tarea honrosa. El elegido para Tlatoani (máximo gobernante tanto militar como religioso), no cesa de llamarse “criado y nacido entre estiércol” como recoge Sahagún en su Historia General de las Cosas de la Nueva España: “Bien sé que me tenéis conocido, que soy un pobre hombre y de baja suerte, criado y nacido entre estiércol, hombrede poca razón y de bajo juicio, lleno de muchos defectos y faltas, ni me sé conocer ni considerar quién soy: habéis hecho un gran beneficio, gran merced y misericordia, sin merecerlo, ya que, tomándome del estiércol, me habéis puesto en la dignidad ytrono real”. Un indio, por muy indignado o aterrado que estuviese siempre trataría de ocultarlo, precisamente porque era esa la máxima derrota y la única deveras humillante: perder la compostura, alterar su “rostro sabio y su corazón de roca”. Asimismo, el confesarse indigno e inepto para cualquier cargo honroso era típico y hasta obligatorio en todo mexicano bien educado.

“Cola y ala”: significa hombre vulgar, inculto, pueblo, vasallo… pero también tiene un sentido positivo: ave que tiene ala y que tiene cola.

“Ser conducido, ser llevado a cuestas”: era otra de las frases de rigor en la toma de posesión del Tlatoani “¿Cómo tengo de llevar esta carga del regimiento de la gente popular, que soy ciego y sordo, que aún a mí no me sé conocer ni regir (…) yo soy el que tengo necesidad de ser regido y de ser traído a cuestas, pues que tenéis muchos amigos y conocidos a quien podéis encomendarle cargo”?

Puntos importantes

La Virgen María pide a un indígena recién converso que sea el transmisor de la fe católica. Era necesario que por medio de él se construyera esa casita sagrada con todo el significado que para los indígenas tenía la edificación de un nuevo templo.

Pero a su vez, nada podía hacerse sin la autoridad del obispo. De este modo nuestra Madre está uniendo también la tradición y la nueva fe. Es necesario que sea un indígena quien lleve el mensaje al obispo y entre los dos edifiquen, tanto de manera literal como de manera simbólica, una nueva civilización: la del amor proclamado en el Evangelio.

Ella es Nuestra Madre, hay un único Dios y hemos sido redimidos en Cristo. Ahora sí todos somos hermanos.

Glosario

Convento de San Francisco:

Su fundación se remonta a 1524, con la llegada de la Orden de Frailes Menores de Observancia encabezados por Fray Martín de Valencia. Al poco tiempo de llegar estos 12 primeros franciscanos, se asentaron en la gran Tenochtitlan, ahora la Nueva España, y comenzaron a construir el convento de San Francisco el Grande en lo que actualmente es la calle de Francisco I. Madero, número 7. Se edificó sobre lo que fue el zoológico de Moctezuma.
A causa de incontables derrumbes, reconstrucciones y expropiaciones, el complejo ha sufrido varias modificaciones de tal forma que, de los huertos, jardines, panteón y claustros que lo integraban sólo queda la Iglesia y la Capilla de Valvanera.
En su apogeo, el enorme complejo lo ocupaba todo en la zona. Incluía la primera y más importante escuela para indígenas, y otras múltiples estructuras.